A cuantos nos pasa que hay un día en que no tienes ánimo ni de salir de la cama pero hay una fuerza con voz propia que te dice claramente lo que debes hacer. Después de luchar contra las órdenes impertinentes de esa voz que insiste en dirigir tu vida, te rindes y eliges respetar sus órdenes sólo para que te deje en paz. Tomas acción y te preparas para salir, fingiendo ser una persona entusiasta y liberada. Mientras vas haciendo mentalmente una lista de razones lógicas para quedarte en aislamiento total y alejado de la civilización. Cuando al fin llegas al lugar previsto todo apunta a que era mejor quedarte y continuar escapando de la inminente realidad que en su momento te encontrarías o vendría a visitarte.
De repente te encuentras en una silla en un lugar algo familiar, pensando las mismas cosas que meditabas cuando estabas sumido en la privacidad de tu alcoba. Sueños, deseos reprimidos, metas pendientes, futuros inciertos, vagos recuerdos de aquel verdadero amor que perdiste y que siempre buscas inventando una variedad alarmante de finales felices sin cordura alguna. Decidido a olvidar el pasado y crear un nuevo cuento con menos dragones, la realidad te asalta con aquello que desde el comienzo fue la primera y peor decisión de tu vida. Reconoces que hasta el día actual pensabas si fue una pesadilla, dejarlo ir.
Sí, te encuentras de frente con el pasado que has intentando recrear por tantos años en otros rostros. Ese ser, que a tus cuanto y tantos años te hace reconocer que fué la única persona que inadvertidamente compartía tus anhelos y te hizo cambiar el significado de del amor intoxicado por toda la sociedad incrédula que nos rodea. Esa persona que llego enamorarte tanto, sin hacerte depender, solo querer. Ni los años ni la inmadurez característica de la edad ni los hijos que te hicieran crecer pudieron borrar su recuerdo. Reconoces muchas cosas en común como el primer día en solo un intercambio de palabras de pocos minutos. La elocuencia que te caracteriza se ahoga en los escasez de palabras y el derroche se deseos de salir corriendo a revivir todo lo que quedo inconcluso. Aquí me doy cuenta que realmente las miradas hablan más que las palabras y que las acciones se pueden ahogar en el silencio por que se expresan con un simple roce de piel. Ahora una nueva esperanza genera energías para continuar y luchar por lo que quieres, esta vez tomando decisiones irrefutables combinando el corazón, la mente y la voz imprudente que insiste en no equivocarse esta vez y si, luchar por lo que tu alma esta lista para sentir, transformarte a ser quien eras, y amarlo incondicionalmente para siempre.
4MHM
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